LA SED Y EL HAMBRE

Antonio Ruiz Bonilla

Sudan aire de duelo los labios.
Un segundo de tregua ayudará
a oxigenar intenciones y a que
nos seduzcan nuevos destinos.
En la calle sólo la noche soporta
el frío y el silencio que dejamos
después de atraer como imanes,
el fuego que sobrevivía en el aire.
Crepitan las manos ancladas
en una expectante quietud donde
retoman fuerzas y estrategias
de sed y de hambre complacientes.
Y la habitación; una habitación
cualquiera, se diría que alienta
a la sangre a rezumar con sus
formas
revueltas
y sus entrañas
derramadas
y oblicuas.
No creo necesario extenderme
porque mucho antes estallará
de nuevo la guerra; y los cabellos
ya desprendidos son rabos de
lagartija aún latentes de agónico
solaz, y las sábanas son
alfombras mágicas, y los sonidos
el eco del mundo en el corazón
del universo más bondadoso.

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