Dejaste de cerrar tu blusa
y libérrimos e imbatibles
saltaron tus pequeños senos.
Quisiste evitarlo pero entreví
tus pocas ganas. El atrevimiento
fue más veloz que la cordura.
Un beso voló elegante y gentil
posándose, cual mariposa febril,
en esos tazones de locura.
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