Al primer rayo de sol
extendió la flor un brazo,
y una gota de rocío
que descansaba en sus manos
se deslizó suavemente
por su finísimo tallo.
Su abundante cabellera,
llena de polen dorado,
sacudió enérgicamente,
dejó de lado su sueño,
y con un suspiro plácido
se preparó a vivir
otro día de verano.
Silvia Giordano
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ResponderEliminarHola, un error de click me hizo borrar el comentario anterior, muchas gracias por segirme, tambien ya sigo tu blog
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