¿EL DESTINO?
¿Valió la pena, pasar por esto. Dejar atrás tantas cosas, esos días en que todo era alegría, donde podía jugar a estar vivo como los otros chicos?
Todo pasó tan a prisa que hasta el recordar parece extraño.
Ahora ya está, solo un par de minutos y todo habrá terminado.
Trato de hacer un esfuerzo para recordar, no quiero irme sin hacer un reconto de mi vida, ya se me hace dificil respirar.
Quiero acordarme de esa mañana en que discutí con mis viejos, porque no entendía que tenían que separarse, dejándome otra vez sólo, como al principio de mi vida cuando me abandonaron en ese hospital.
Ahora si estoy volviendo al pasado, siento dolor de las palizas que recibía sin saber porque, era tan chico, que mal podía hacerles. Se asustaron seguramente, porque casi me matan y me dejaron tirado en la puerta del hospital.
No los vi más.
Pasé de familia en familia, que me cuidaban. Cuando me encariñaba, ahí me pasaban a otra.
Hásta que a los cinco años me adoptaron, ésta sería mi familia para toda la vida.
Costó un podo la adaptación, siempre cuesta, por fin lo había logrado, teniendo momentos de completa alegría.
Todo estaba bien, me querían mucho, paseábamos, disfrutábamos los tres, de la familia que habíamos formado.
Nada hacía prever lo que acontecería en un tiempo.
Comenzaron las discusiones entre ellos, yo en el medio como un estandarte en disputa, mi cabeza comenzó a dar vuelta, los recuerdos malos volvieron.
Me refugiaba en la escuela, me costaba comunicarme, hasta que alguien se acercó, diciéndome que tenía la “solución” para éstas cosas, “que tomando un poco, aspirando, me olvidaría del resto del mundo, las cosas pasarían por mi lado sin lastimarme”.
No sé porque le hice caso, primero me regalo para que la probara. La verdad que me sentí como en las nubes, ellos discutían y yo en mi habitación reía.
Le pedí más. Ya no era gratis, tenía que conseguir guita para comprarla, ¿De dónde sacaba?, Vendí el celular, un anillo que me habían regalado, todo lo que encontraba a mano.
Después empecé a sacarle dinero a mis padres, hasta que se dieron cuenta que era yo.
Ese día aspire lo último que me quedaba, tomé más de la cuenta, lo mezcle con unos medicamentos que encontré en la habitación, quería terminar todo de una vez.
Cuando me encontraron, ya no se podía hacer nada.
Yo, me había ido para siempre.
María Rosa
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