Luis H. Monsalve
No es una satisfacción que cultivo en silencio,
es un cántico a mi ansiedad, a mi locura,
es una querella a mi afecto,
al eco de tu voz bella ninfa,
a la mujer de mis sueños.
Todos los caminos apuntan a ella,
mi amada eterna,
un cenit, un nadir con el norte del infinito,
allá bien lejos, la constelación de
su imagen blanca resplandeciente,
el sol de mi felicidad.
Siguiéndote, subí a la cima,
descendí al prado,
me entregué al viento de las aves,
me sumergí en el amor de los escollos
y el cardumen me condujo también a ti.
Alguna vez, extravié mi mirada en
alguna dulce mujer,
aunque fuese inocente,
advertí que no eras tú,
y encontré en ti otra vez, mi sol, mi destino,
mi numen y estancia.
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Yo creo en la fidelidad, pero cuando me lastimaron, me engañaron, sufrí mucho y me dejo marca, es triste y doloroso.
ResponderEliminarHola Eduardo Fernando, gracias por tu comentario. Seguro que es triste y doloroso. Cariños
ResponderEliminarSi Vilma es triste, pero el amor todo lo puedo, siempre.
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