
 Esta noche, mi alma
 sigue el titilante brillo de las estrellas
 te busco allí y quiero ser pájaro
 hundiéndome en la tinaja oscura
 del cielo.
 Mientras me decías
 que no entiendes la poesía
 mientras me persiguían
 los versos de tus ojos
 y la rima de tus manos.
 No entendías
 nada entendáas
 que la vida
 era un perfume acosándonos
 hasta llover como flores
 después de la lluvia.
 
 Resistíamos al tiempo
 dimensión de montaña devoradora
 justificábamos los sueños
 que caían en un péndulo de espejos.
 
 No veíamos el alba
 devoraba por las aves
 que saltaban de sus nidos
 ante el furioso sol,
 y marchabamos a la orilla
 de la dulzura de cualquier jardín.
 
 Encendíamos estrellas en las noches
 y los melodiosos rocíos de la pradera
 hervian en la soledad
 de nuestros pechos.
 
 Podíamos inventar una guerra
 de rosas, tendida en nuestro lecho
 y la niebla colada en la ventana
 hacían difusos nuestros delirios...
 
 quemábamos la sabia del amor
 en sahumerios matinales ,
 nos bañaban las olas del silencio
 sucediendo al agitado orgasmo
 y arrastrábamos los racimos
 trémulos de nuestra piel
 hasta unirnos en un abismo.
 
 Desde el cosmos más ignoto
 sin saberlo,a este lugar llegamos,
 cruce de paralelo y meridiano
 estampido de hallazgo
 en nuestros corazones.
 
 Los laureles prendían aromas
 en pentagramas de lucesy sombras
 y me alentabas como fiel amante
 entre locas llamaradas
 
 artesano tú, de mi cuerpo maleable
 que danzaba en tus manos
 como girasol al viento,
 felices seres extraños
 al amor devorante,
 y cien ángeles
 secuaces silenciosos,
 
 rintintín de la llovizna
 escapando de los truenos,
 
 sinfonía calcinante
 esa estrella entrando en la ventana,
 
 golondrina detenida
 en el candil del mar azul,
 con anémonas de salitre .
 
 Ternura rítmica de la respiración,
 luciérnagas entre las bahías
 de nuestro lecho
 
 y la vida desafiando crespones
 anhelando una metáfora siquiera
 que delate conciertos de ángeles
 descubriendo secretos
 en la claridad del alba,
 
 la risa y el canto
 desnudos como el viento
 tallando maderas caobas
 besando un cielo inmenso
 donde nos espejábamos
 en contraluz con la muerte
 
 el arlequin del tiempo
 era nuestro anfitrión
 y tú lucías como emperador
 poniendo en mis rizos
 diademas de rocíos
 
 
 
 ¿En qué hondura de los días
 anclaban nuestras palabras
 para dormir un instante?
 Crecía el enigma
 quedando en suspenso
 y entonces no naufragábamos
 en los insomnios deseados
 
 Subir y bajar en las olas del tiempo
 sin velas ni remos,
 sin naves que anclen
 y beber la espumosa vida
 en las copas de cristal.
 
 La tierra no era cárcel
 en nuestro trono de brisas,
 de pequeños remolinos
 danzando entre golondrinas
 sustraídas de la niebla
 
 El silencio perfecto
 de esos besos ancestrales
 de cavernas primitivas
 sospechados de pasión
 
 el tiempo se vuelve espeso
 pesado y musgoso
 estallaba en enjambres
 alborozados de pájaros
 
 y cantabas para mí,
 sólo para mí
 cada día,
 cada amanecer,
 cada noche,
 todas las noches ,
 
 y huían las palabras
 refugiadas en tu cuello.
 
 El amor, corcel incansable
 en su danza vivaz e impulsiva
 pincelaba en el lienzo
 de las calles desbordadas
 recorridas desde aquel dia
 que escalamos hasta hallarnos
 y alumbrados por  cien  velas  
 desprendidas de los trinos encantados,
 
 solemnes fuimos
 sol y luna nos sentimos.
 
 
 Rasgando   este  nocturno terciopelo  
 una  pausa de supiros
 se desmayan en el aire  
 y  fundidos  piel a piel
 hay penumbras de  estrellas y de  luna .
 
 No podemos decir lo que sentimos
 las palabras  de rodillas se quedaron
 y los labios callados  
 hablan en su  viaje por el cuerpo  
 
 No hay rumores de días aburridos
 aspiramos el  gusto  verde  d e la lluvia
 el olor dorado del sol que nos visita ,
 y el rumor  de las cascadas de la vida …
 
 
 
 No hubo sueños fenecidos,
 jalonamos  con  luces
 las  banderas  del amor
 enclavadas  en  primaveras    
 permanentes   como  el  hambre   
 d e  tenernos  .
 de olernos  
               y  degustarnos  
 
 destilamos  terroncitos misteriosos  
 endulzando  las huellas que dejamos  
 en este espacio  redondo desde el cielo
Stella Maris Taboro
 
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