CELADAS




Te soñé en Trípolis
junto al candente verano
del ochenta y tres.
Sentado a la sombra de un ciprés
veía volar las pocas nubes
sobre el mar Mediterráneo.
Luego te soñé en Benghazi
bajo los olivos en flor.
En las ciudad
se escuchaban las Aleyas
desde las torres de las mezquitas
embriagadas de sol y rezos solitarios.
Te soñé nuevamente
en una estrecha calle de Tobruck
bajo una carpa vieja y azul
esperando el fin del Ramadán
en ese día.
Y luego en Cuba,
bajo un oloroso tamarindo en flor,
fueron mis sueños realidad,
atando en tu desnudez
cada una de las puntas de mis sueños
en el movimiento sensual de tus caderas.

ERNESTO R. del VALLE 

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