Fundido en el sudor del suelo
el perro del barrio
mastica sus patas
al costado de un charco.
Al compas de su orfandad
aulla su larga queja
a la calle que lo adopto
sin ninguna replica.
Prendido a sus pulgas
como a sus sueños
vegeta en un rincon olvidado
lo miran y nadie lo ve
lo escuchan y nadie lo oye
es un trozo de vida
que respira
sin elección.
oceano pacifico
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