La ventana estaba entreabierta.
Ella entró.
Una suave brisa la empujó, logrando deslizarse por la habitación.
La luz de la luna iluminaba, y ella se multiplicaba en ciento de destellos de multicolores transparentes,
haciéndola muy bella.
Había varios espejos, que reflejaban la imagen en varios de ellos, multiplicándola hasta el infinito.
Se extrañó.
¡Ella era única! ¡Y de pronto había varias en todas partes, si hasta le parecía que ellas eran más bellas!
Un sentimiento desconocido la invadió, sintió celos, giró varias veces sobre si misma, para tomar impulso y
destruir a quienes querían robar su lugar.
El viento que entraba por la ventana la ayudo, ella se acercaba a el espejo y su enemiga también,
Cuando se encontraron, solo la luz de la luna quedó en la habitación.
María Rosa
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