Alargo una mano al cielo
y tomo una estrella,
la prendo a mi pelo...
nadie puede quitarme los sueños.
Ni las palabras, ni los agravios
que suele ocasionar la indiferencia
de los perfectos.
Ni la erudición de los que llevan
sus títulos colgados
con orgullo al pecho.
No son los libros
los que construyen
de forma innata el talento.
La inspiración va más allá
de las letras,
la belleza de lo que se dice
va más allá del intelecto
y cuando el talento
va unido a la humildad...
se encuentra la panacea
que lleva a lo bello y lo perfecto.
Bien aventurados los escritores,
poetas soñadores
humildes de corazón
porque éso
es lo que los hace grandes
ante el mundo,
dignos de gran admiración
y de mayor respeto.
Bien aventurados los escritores,
poetas soñadores que cuidan el timón
y permanecen cuerdos,
ante el orgullo y la arrogancia,
y no pierden jamás
el norte de su puerto.
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