Dioses de carne y noche
conjuran mi viaje.
Sombras calientes, soles fingidos
atrapan mis pasos
decapitándolos.
Dioses de cal viva
corren por esta sangre vieja,
se instalan allí,
abrazan y abrasan
la geometría de mi cuerpo,
el sexo dormido
y esta pura lentitud de las manos.
Me detengo, escucho sus jadeos,
observo sus disfraces
y siguen allí,
en el piadoso andén de la memoria.
Busco partir crucificando piedras,
voces y cielos repetidos.
La luz me conmueve,
aborta este viaje rojo-gris
carente de equipaje y dulcedumbre,
ellos ríen
murmurando mi identidad perdida...
Maria del Carmen Ruiz R
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Bonito poema.. siempre es un placer disfrutar de los poemas que nos presentas..
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos fraternos..
Que tengas una buena semana..
bastante bastante bueno el escrito {poema}
ResponderEliminarsaludos.
te invito a mi blog!