No me inspira ni tu porte ni tu arte
ni me atrae el jolgorio que despiertas
esta hora en que orgulloso tu te muestras
y las majas suspiran por besarte.
Yo te quiero desde siempre, desde antes,
cuando corrías libre por las viñas,
o convertido en príncipe valiente,
robabas una flor para tu niña.
Y hoy me piden que escriba unos versos,
no a mi amante adorado, sí al torero,
al hombre que seduce al mundo entero,
el mismo que seduzco entre mis brazos.
No saben lo que sufro en cada ruedo,
cuando excitan con sus gritos al toro
o ardorosos braman ¡Ole Torero!
Yo espero entre penumbras en la casa,
entre mis manos desgrano un rosario,
rogando a Dios no caigas en la plaza
y te devuelva a salvo aquí a mi lado.
Temo ese día en que al virar tu suerte
sepas que el toro por fin te ha ganado
cuando el toro pague muerte con muerte,
y yo muera al perder lo que he amado.
María Magdalena Gabetta
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