BIBLIOTHEKA ALEXANDRIA



seguro de sí mismo
Calímaco de Cirene
posa sus ojos en un universo errante

no lo apabulla el contenido
lo desvela esa necesidad de tenerlo a mano
de darle un orden
una alfabética forma de registrar la memoria

con sus dedos
acaricia –metafóricamente- cada estantería
cada pinakoi
y lo conmueve el murmullo de nombres
de creencias y ritos
huellas ancestrales que depuran
los guijarros de una raza alejándose del simio

luego, reordena con paciencia los rollos
y del catálogo
navegan a sus anchas
las voces del hombre nuevo

para él no es utópico pensar que el mundo
quede reducido a esas tablas
para él no hay idiomas, lengua o balbuceo
que detenga la comprensión de lo vivido

satisfecho, exhausto pero íntegro
Calímaco descansa al terminar el día
sabiendo que la luz no solo proviene de los astros
sino que cada lámpara estalla
seminalmente en la escritura

entonces, el bibliotecario duerme...
y en su sueño, el fuego lo desborda
condena a la ceniza, toda pretensión del saber
una historia que, por humana, merece ser habida

lejos de las premoniciones,
el hombre de Cirene despierta:
la mañana le devuelve la algarabía de los pájaros
y el mar (eterno, imponente)
se cuela nuevamente en su nariz
con ese mismo olor
de las cosas perdurables...

Piero De Vicari


VOTÁ Y COMENTÁ LA OBRA

4 comentarios:

  1. El olor de las cosas perdurables... no hay nada q pueda quitarlo de nosotros
    un beso!

    ResponderEliminar
  2. Que poemas mas bonito..

    Un gusto leerte

    Saludos fraternos
    Un abrazo inmenso..

    ResponderEliminar
  3. Gracias por hacercarme un poquito mas a la gran biblioteca...
    Un poema precioso.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. La imagen de tu perfil la tomaste de un blog que la tuvo años en su página. Tu iniciaste en 2006, así que seguro la viste y de ahi la copiaste.

    ResponderEliminar