Con simpleza, francamente.
Con ternura y humildad.
Sin reservas. Simplemente.
¿Sabes quién tiene la culpa?
Mi corazón dehiscente.
No lo puedo controlar.
Él no responde a mi mente.
Anda cumpliendo su ciclo.
Y es así, naturalmente.
Dame el sabor de tu boca
y que el fuego nos calcine.
Que las cenizas que queden
hagan como el verso dice.
Mientras tanto el corazón
seguirá amándote. Así vive.
Despeñaderos, Paravachasca, 22 de mayo de 2009
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