EL PARIA



 
Humilde gozque de lánguido mirar
que con  llorosos ojos imploras  unas migas,
con que calmar las hambres y fatigas
de vagar sin descanso, sin amo y sin  hogar.

Eres hijo bastardo  de una perra cualquiera,
es tu figura escuálida, frágil,  macilenta,
bajo la piel  hirsuta resalta la osamenta
y muestras al andar  una añeja cojera.

Has pasado tu vida en medio de basurales,
para ti no hay piedad si en horas invernales
buscando tibio nido  ingresas a un hogar.

Recibes fuertes golpes sin quejas ni reproches,
te lanzan a las calles de nuevo a trasegar
y es tu llanto un aullido en las gélidas noches.                         

Antonio Marín E.

 


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