Humilde gozque de lánguido mirar
que con llorosos ojos imploras unas migas,
con que calmar las hambres y fatigas
de vagar sin descanso, sin amo y sin hogar.
Eres hijo bastardo de una perra cualquiera,
es tu figura escuálida, frágil, macilenta,
bajo la piel hirsuta resalta la osamenta
y muestras al andar una añeja cojera.
Has pasado tu vida en medio de basurales,
para ti no hay piedad si en horas invernales
buscando tibio nido ingresas a un hogar.
Recibes fuertes golpes sin quejas ni reproches,
te lanzan a las calles de nuevo a trasegar
y es tu llanto un aullido en las gélidas noches.
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