Cuervos de bala en un nuevo Román



Suena un chubasco de tildes en cursiva 
que acentúa la acera sudada en la
palabra lejanía, bajan al puerto las 
babas finas de lengua y las cuencas,
sin noción, buscando un fin de la vida, 
el mismo fin que camina a mi rumbo.
La nuez ancha de los viejos canales,
lleva la pulpa tascada en las patas de
una cría de cuervo que se moja sobre 
un poste telefónico. Gruesa y menuda,
como un disparo, cuelga en el brazo de 
un ogro enclenque que comienza a 
oscilar, y a dudar de aquellos cables que
le acosan. En la calle, por entonces, 
cae un chubasco de tildes en cursiva, 
que acentúa la acera sudada en la
palabra lejanía.




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