Hoy, en esta bella y radiante mañana de otoño,
con el brillo de los ojos de estrella fugaz,
llena de luz, dejo todo lo llorado.
Lágrimas de constelaciones, universo azul,
como el día, como el cielo abierto en mil ventanas,
mirándome, para buscar el mundo.
Se detuvo el tiempo en mi sed,
salvada del quebranto, temblando,
abrazo y alzo con mi voz
este viento infinito.
Me entretuve demasiado en el vacío,
justo, cuando algo estaba a punto de nacer.
Se estremeció el cuerpo.
Fue un relámpago, apenas.
Hoy canta esta boca anidando en mis ojos
los colores posibles todavía por escribir.
Desgarrada y con pasión
custodio la vida que tanto amo.
Lloré cada lágrima como si fuera la última.
Una a una con su melodía, astilladas,
vagando en la mirada,
buscando sin encontrar nada.
Atravieso la muerte, el dolor
y lo guardo en una sola lágrima llorada.
llena de luz, dejo todo lo llorado.
Lágrimas de constelaciones, universo azul,
como el día, como el cielo abierto en mil ventanas,
mirándome, para buscar el mundo.
Se detuvo el tiempo en mi sed,
salvada del quebranto, temblando,
abrazo y alzo con mi voz
este viento infinito.
Me entretuve demasiado en el vacío,
justo, cuando algo estaba a punto de nacer.
Se estremeció el cuerpo.
Fue un relámpago, apenas.
Hoy canta esta boca anidando en mis ojos
los colores posibles todavía por escribir.
Desgarrada y con pasión
custodio la vida que tanto amo.
Lloré cada lágrima como si fuera la última.
Una a una con su melodía, astilladas,
vagando en la mirada,
buscando sin encontrar nada.
Atravieso la muerte, el dolor
y lo guardo en una sola lágrima llorada.
Un relámpago, apenas
y olvido.
*El título del poema es un verso de Olga Orozco
*Cuadro: “Ninfa” de Alphonse Mucha
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