Sentado en el espigón admiro la serenidad del  mar
mientras dejo a mis ojos resbalar
por el lecho aterciopelado de sus aguas.
Siento en el rostro la frescura de la brisa 
mientra la tranquilas olas rompen bajo mis  pies.
Frente al mar...recuerdo y mientras  recuerdo...
acuden primaveras a mi memoria.
Hubo un tiempo en que mis dedos
acariciaban su piel.
Un tiempo en  que mis ojos cerrados o abiertos,
navegaban  por las estrellas,
viajaban al infinito y...
quemaban las quimeras en cualquier hoguera.
Cuando mis dedos acariciaban su piel,
(dedos impregnados de primavera)
Bebían avaramente las utopías,
envolvían mi cuerpo en la avaricia y
descubrían que acariciar su piel
aceleraba sensaciones y sentimientos
en un torbellino de deseo,
de pasiones...(sensaciones de vida)
Cuando mis dedos se llenaban de ella...
perdía el aliento, la palabra,
soñaba el placer,vivía el gozo
mientras me envolvia en el pulso palpitante de  la pasión.
En aquel tiempo 
en que mis  dedos acariciaban su piel,
caminaba por las brasas  sin quemarme,
vivía en el placer de sus gemidos
y ya...nada era fantasía.
Porque bebiendo del fuego de su cuerpo
sentía que acariciando su piel...
entraba en el centro de su alma y su vida
Hoy aquellos dedos 
que  palpitaban burbujeantes en el gozo...
malviven  apretados,cerrados y mustios en torno 
a una manos  repletas de desolación.
Hasta el alma llega el rumor de los gemidos
que se agolpan airados en el oscuro y vacío 
forro de mis bolsillos.
Alguien dijo que: con la tristeza se puede  llegar lejos
siempre que uno  camine...solo.
 
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