TU ADIÓS


 Fuerte como el roble,
suave como la brisa,
sombrío como la noche,
así fue tu adiós.


Me queda el paladar
amargo, mis ojos enrojecidos
por llorarte, tus recuerdos
me acompañan sin cesar.


Tus huellas impresas en
mi memoria, gritan:
¡aquí estoy!
sin un adiós partiste.


Bueno y malo,
dulce y acido,
alegre y triste,
oscuro y diáfano,
así fue tu adiós.


Se acallaron tus palabras
te silencio la muerte,
se desvaneció el orgullo
y la altivez vana y de
tu cuerpo broto una
incandescente luz, que
al cielo subió.


Somos briznas,
somos polvo,
somos vestidos,
somos nada,
en un adiós.


Astrid Sofía
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